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El método Kanban precisa del apoyo de unos valores concretos por parte de los equipos y organizaciones.
Este artículo describe los valores que deben instaurarse para extraer el máximo potencial de mejora del método.
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Aplicar de forma efectiva el método Kanban no consiste solamente en aplicar unas prácticas. Requiere una determinada cultura. Requiere que unos valores muy determinados impregnen todos los aspectos del comportamiento y la actuación de los equipos implicados. De esta forma que será posible una elevada orientación al cliente y a la mejora.
Mike Burrows definió nueve valores básicos:

La transparencia implica compartir de forma abierta información. Esto permite colaborar, tomar decisiones en el lugar más próximo a la acción y así mejorar el flujo de valor.
Las prácticas de visualización, la explicitación de políticas y los ciclos de feedback contribuyen a dar transparencia al sistema.
En Kanban es muy importante el equilibrio. Por un lado equilibrar demanda y capacidad, de forma que el sistema no esté sobrecargado de trabajo, permitiendo la sostenibilidad del ritmo de trabajo y la calidad por parte del equipo, así como tener una buena predictibilidad y tiempos apropiados de entrega.
Asimismo es fundamental compensar diferentes aspectos, puntos de vista y capacidades para conseguir la efectividad.
Esto se consigue a través de los límites de WIP y los ciclos de feedback.
La colaboración es fundamental ya que los servicios entregados no son el producto de una única persona. Una buena colaboración mejora la calidad y la efectividad. Y Kanban dispone de prácticas y principios centrados en conseguir y mejorar la cooperación entre los diferentes participantes.
Entre los principios que facilitan la colaboración están el de cambio evolutivo a partir de lo que se hace ahora, o el liderazgo a todos los niveles.
Entre las prácticas están las de gestión visual, la implementación de ciclos de feedback, la explicitación de las políticas o la mejora colaborativa y experimental.
El enfoque al cliente es un valor básico. Se plasma en el principio de entender las necesidades y expectativas de los clientes.
Ese enfoque a cliente se traduce en la búsqueda de una mejora del flujo de valor entregado a los clientes, haciendo que los servicios estén siempre avanzando de una forma productiva y predecible por el sistema, sin ser obstaculizados por impedimentos
La importancia del liderazgo se ve reflejado en el principio de fomentar actos de liderazgo a todos los niveles. No sólo desde arriba, sino también desde abajo y los niveles intermedios. El liderazgo efectivo no consiste en microgestionar sino en facilitar la autoorganización y la iniciativa. Y la mejora requiere desafiar el statu quo y también estar dispuesto a ser discutido.
Kanban empieza con el estado actual del proceso para mejorarlo de forma gradual. Sin una buena comprensión del sistema, será fútil intentar su verdadera evolución. Sin un compromiso por parte de los participantes en tener un entendimiento profundo de su funcionamiento, más allá de su mecánica aparente.
Los cambios forzados son una mala receta para el cambio porque no existe ni comprensión ni consenso sobre los mismos. El acuerdo -no el superficial sino el verdadero- permite cambios que persisten ya que los diferentes participantes se esforzarán en mantenerlos.
Finalmente está el valor del respeto. Kanban respeta los procesos y valores actuales. En los equipos en los que existe una auténtica consideración por el resto de miembreos existe una excelente colaboración pues no hay lugar a suspicacias y, por tanto, a resistencias.
Entender los valores básicos de Kanban permiten extraer el máximo valor de este método. Sólo a través de una dinámica y clima que consiga un trabajo en equipo verdadero puede obtenerse una mejora continua sostenida en el tiempo.
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